lunes, 24 de octubre de 2011

Día segundo: En la onda verde de estos tiempos


"En la fila del supermercado, el cajero le dijo a una señora mayor que debería traer su propia bolsa de compras ya que las bolsas plásticas no eran buenas para el medio ambiente.

La señora pidió disculpas y explicó: "Es que no había esta onda verde en mis tiempos."
El empleado le contestó: "Ese es nuestro problema ahora. Su generación no tuvo suficiente cuidado para preservar nuestro medio ambiente."

Tenía razon -- nuestra generación no tenía esa onda verde en esos tiempos.

En aquel entonces, las botellas de leche, las botellas de gaseosas y las de cerveza se devolvían a la tienda. La tienda las enviaba de nuevo a la planta para ser lavadas y esterilizadas antes de llenarlas de nuevo, de manera que podían usar las mismas botellas una y otra vez. Así, realmente las reciclaban.

Pero no teníamos onda verde en nuestros tiempos.

Subíamos las escaleras, porque no había escaleras mecánicas en cada comercio y oficina. Caminábamos al trabajo en lugar de montar en nuestro vehículo de 300 caballos de fuerza cada vez que necesitábamos recorrer dos manzanas.

Pero tenía razón. No teníamos la onda verde en nuestros días.

Por entonces, lavábamos los pañales de los bebés porque no había desechables.

Secábamos la ropa en tendederos, no en esas máquinas consumidoras de energía sacudiéndose a 220 voltios -- la energía solar y eólica secaban verdaderamente nuestra ropa. Los chicos usaban la ropa de sus hermanos mayores, no siempre modelitos nuevos. Pero esa señora está en lo cierto: no teníamos una onda verde en nuestros días.

En ese entonces teníamos una televisión, o radio, en la casa -- no un televisor en cada habitación. Y la TV tenía una pantallita del tamaño de un pañuelo (se acuerdan?), no una pantallota del tamaño de un estadio.
En la cocina, molíamos y batíamos a mano, porque no había máquinas eléctricas que lo hagan todo por nosotros.
Cuando empaquetábamos algo frágil para enviarlo por correo, usábamos periódicos arrugados para protegerlo, no plastoformos o bolitas plásticas.
En esos tiempos no encendíamos un motor y quemábamos gasolina sólo para cortar el césped. Usábamos una podadora que funcionaba a músculo. Hacíamos ejercicio trabajando, así que no necesitábamos ir a un gimnasio para correr sobre pistas mecánicas que funcionan con electricidad.

Pero ella está en lo cierto: no había en esos tiempos una onda verde.
Bebíamos de una fuente cuando teníamos sed, en lugar de usar vasitos o botellas plásticos cada vez que teníamos que beber agua.
Recargábamos las estilográficas con tinta, en lugar de comprar una nueva y cambiábamos las hojillas de afeitar en vez de echar a la basura toda la afeitadora sólo porque la hoja perdió su filo.

Pero no teníamos una onda verde por entonces.

En aquellos tiempos, la gente tomaba el tranvía o un bus y los chicos iban en sus bicicletas a la escuela o caminaban, en lugar de usar a la mamá con su coche como un servicio de taxi de 24 horas.

Teníamos un enchufe en cada habitación, no un banco de enchufes para alimentar una docena de artefactos. Y no necesitábamos un aparato electrónico para recibir señales de satélites a kilómetros de distancia en el espacio para encontrar la pizzería más próxima.

Así que ¿no les parece lamentable que la actual generación esté lamentándose cuán botarates éramos los viejos por no tener esta onda verde en nuestros tiempos?".

Con esto que ha llegado a mis manos, quiero hacer un homenaje a todas esas abuelas, madres.... a esa generación que sin estar en la onda verde han ido tantas veces a la compra con su bolsa de mimbre, que han ido a las tiendas a devolver los cascos de las botellas a cambio claro está de unos durillos, y que sin estar en esa onda verde han hecho por este mundo tanto, y que más que reciclar han reutilizado..... 
Esto es para reflexionar de dónde venimos, hacia dónde vamos y desde luego qué queremos llegar a ser....


lunes, 17 de octubre de 2011

Día primero: Un día despierta



Un día despierta.
Me he levantado como cualquier otro día, sin ser consciente del nuevo comienzo.

La estancia tiene un agradable aroma a café. El desayuno está preparado; es como una línea de salida que nos indica que todo está listo para comenzar.... pero comenzar ¿el qué? pienso sobre ello...

Más allá de los quehaceres diarios de cada uno, cada día es el inicio, es como estar de nuevo en el punto de partida... pero porqué si esto es así, me angustio, tiemblo al sentirlo todo igual.... Mientras tanto tomo un sorbo de ese líquido que me saca del letargo, sigo pensando.... mi cabeza da vueltas sin parar, como en una noria que gira y gira, sin avanzar.
Ah, la vida que nos lleva... eso me recuerda una película... sí... no pero su título no era ese.... era El río que nos lleva.... qué ironía... Mis pensamientos se dispersan, inconexos sin sentido para mí, ¿por qué el hombre tiene que comprenderlo todo?, ¿por qué en un instante?. Si la vida es un cúmulo de expericias, ¿por qué las queremos todas ya?. Quizás necesitamos tener un sentido, pero ¿cuál?. La eterna pregunta sin respuesta..... por ahora.

domingo, 16 de octubre de 2011



"Háblame, Musa, de aquel varón de multiforme ingenio que, después de destruir la sacra ciudad de Troya, anduvo peregrinando larguísimo tiempo, vio las poblaciones y conoció las costumbres de muchos hombres y padeció en su ánimo gran número de trabajos en su navegación por el ponto, en cuanto procuraba salvar su vida y la vuelta de sus compañeros a la patria. Mas ni aun así pudo librarlos, como deseaba, y todos perecieron por sus propias locuras. ¡Insensatos! Comiéronse las vacas de Helios, hijo de Hiperión; el cual no permitió que les llegara el día del regreso. ¡Oh diosa, hija de Zeus!, cuéntanos aunque no sea más que una parte de tales cosas."

Comienzo  con estas palabras referidas a mi tocayo y no dejo de pensar en todo lo que le aconteció.
Alguien de vez en cuando  me pregunta por qué tengo este nombre y no sé muy bien qué contestar.

martes, 11 de octubre de 2011

El viaje comienza

Comienzo esta andadura con entusiasmo y alegría, como cualquiera que inicia su camino sin saber a dónde y como llegar.

El destino es incierto, pero estoy decidido a seguir los pasos trazados por alguien alguna vez; no hay prisa, me llevará un tiempo  poner un pie y luego el otro firmemente, decidido a seguir una intuición, un pensamiento que ha albergado en nuestro interior demasiado tiempo. Y me he preguntado tantas veces ¿por qué? No hay respuesta, o al menos no por ahora.

Como cualquier viaje, estaré ansioso, inquieto por saber si llegaré a buen puerto y si encontraré algún compañero de viaje dispuesto a acompañarme.